En ese momento, Pilar no se identificaba como una mujer maltratada porque su novio nunca le había pegado, pero sí confiesa que tenía miedo a sus reacciones: “Yo salía a las cinco y media del instituto y sabía que tenía que irme corriendo porque si a y 35 no estaba en mi casa, me esperaba una discusión”, relata la joven. Durante esos meses le dijo tantas veces que ella no valía para nada, que al final acabó creyéndoselo, según afirma hoy Pilar.
La violencia psicológica puede tomar formas sutiles no percibidas por la víctima, pero a lo largo del tiempo aseguran el control del comportamiento de la misma, a través del miedo, la dependencia y la coerción.
Es difícilmente detectable por las personas que lo sufren, incluso al principio de la relación, y el daño que provoca puede llegar a compararse con el de la violencia física al llegar a anular por completo a la persona.